jueves, 8 de enero de 2009

Primeramente pasaron por mi consciente los siguientes pensamientos: "Si todo lo que he escrito día y noche en el curso de tres años de un trabajo casi incesante, debo escribirlo de nuevo bajo una forma asequible a la comprensión de cada lector, esto metomará por lo menos la misma cantidad de tiempo. "¿Dónde encontrar todo este tiempo?" "Si mi tiempo sólo dependiese de mí, naturalmente volvería a escribir todo. "Pero mi vida ha transcurrido en tales circunstancias que éstas hacen que mi tiempo ya no dependa de mí; depende exclusivamente del caprichoso Arcángel Gabriel". "No hay en esto nada de sorprendente... Aun si no se toma en consideración la multitud de acontecimientos extraordinarios que se sucedieron en mi vida, constituida por azar de manera tan singular, basta recordar la extraña e incomprensible fatalidad que me persiguió e hizo queen tres oportunidades, en condiciones completamente diferentes, fuera herido, y cada vez, casi mortalmente, por una bala perdida". "Tan sólo las consecuencias de estos tres incidentes, que han dejado en mí huellas imborrables, habrían sido suficientes para conducirme a mí último suspiro."

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