domingo, 3 de mayo de 2009

Tenemos la costumbre de ver las pequeñas cosas, de repente hay un choque de carros y nos asustamos porque vemos a un señor herido que mana sangre de su cabeza, pero vemos en el noticiero una catástrofe que se derrumbó un edificio entero y decimos que pena, pero no personalizamos. Nos causó más efecto mirar de cerca de ese señor que sangra, que no la catástrofe de un edificio entero donde murieron cientos de personas, porque no tomamos conciencia. Se destruye un puente, se ve en el noticiero, caen decenas de coches, y lo único que atinan a decir es ¡oh, pero parecen coches de juguete de la perspectiva con que se visualiza!, y no ven que cada pequeñez es un drama. Tienen miedo de abrazarse, tienen miedo de tocarse, tienen miedo de sentir, algunos varones por ese machismo estúpido que les ha dejado impregnado el cerebro con tonterías, otras personas por timidez, otras personas por prejuicios, ¡yo no me tengo por qué abrazar con esa persona!, otras personas por un falso concepto del puritanismo, ¡porque si es puritana no se tiene que abrazar! ¿No es hipócrita, no es falso todo eso?

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